Visita a una tía

Buenas noches les cuento que me encanta visitar lugares.

Estimados lectores, esta noche quería comentarles de la visita que hicimos donde una tía.

A quién no veía y No visitaba desde hace mucho tiempo, cuando era niña.

Me sentí feliz. El ver que con el pasar de los años siempre sigue siendo un gran ser humano.

Tengo lindos recuerdos de esa persona cuando era niña más el único recuerdo feo que tengo vamos decir que es: Una gelatina congelados que me dio. Que se la había dado al papá de ella que estaba enfermito y tenía algo de sangre era como un sobrito que había dejado él y me lo dio para que yo me lo comiera.

Yo era una niña, agarre mucho asco de gelatina con helado y de hecho por muchos años no lo probé.

Pero mi madre me dijo algo. Que me pareció relevante.

Ella se lo dio para compartir un bocadito y no desperdiciar . No, con mala intención.

Más uno de niño, No piensa igual y pasó por mi mente muchísimas cosas cuando fui niña y me ocurrió esta situación que les comentó.

Pero aprendí a perdonar con el paso de los años, debo perdonar para poder seguir adelante. Para poder crecer como ser humano, sé que a veces suena. Retorico.

Pero es fundamental para cualquier ser humano el crecer como persona, espiritualmente y emocionalmente.

Y el aprender a valorarse a sí mismo con el paso de los años se vuelve fundamental. El recordar que todos tenemos un proposito en la vida. Que todo aquí es prestado y solo una se convierte en una administrador de lo que Dios te da.




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